“Lo tridimensional ha coqueteado con el plano consintiendo sensiblemente el abordarlo desde la misma apreciación sensorial. Plano por demás corpóreo, de compleja urdimbre, emocional, de piel pictórica. Líneas que se van hilando profusamente para saturarse de color, llevándolo al extremo de la apreciación visual.
Su obra reciente no puede deslastrarse de todo cuanto le antecede, de ese hilo conductor que como tramas y madejas lo conducen a experimentar con más profundidad. Sus “pictogramas” se acoplan, se juntan para suscitar la horizontalidad, como si de pintar un paisaje se tratase. Y sí, en efecto, algo de paisaje se aprecia en su obra; paisaje contemplativo, transformador, seductor, existencial. Tal cual Romero es, en esencia.
Lo extrapictórico se desprende de la forma para dar paso a la ilusión óptica, logrando que la obra en sí misma no se concluya, se deja abierta para más experimentación, para buscar más conexión con el espectador. El otro espacio, aquel que se abraza externamente a la obra, lo reta de frente, para permitir que su propuesta vaya más allá del plano pictórico que la contiene matéricamente” .Alberto Asprino